Cerrar podrá mis ojos la postrera
sombra que me llevare el blanco día,
y podrá desatar esta alma mía
hora a su afán ansioso lisonjera;
mas no, de esotra parte, en la ribera,
dejará la memoria, en donde ardía:
nadar sabe mi llama la agua fría,
y perder el respeto a ley severa.
Alma a quien todo un dios prisión ha sido,
venas que humor a tanto fuego han dado,
médulas que han gloriosamente ardido,
su cuerpo dejará, no su cuidado;
serán ceniza, mas tendrá sentido;
polvo serán, mas polvo enamorado.
Francisco de Quevedo.
Ais. Nada como los clásicos... Sencillamente, me encanta.
[Muerte por Vida]
3 comentarios:
Por algo lo son...
Hablando de clásicos..
¿Crees que Alonso Quijano enloqueció leyendo libros de caballerías o que, por el contrario, prefirió leer libros de caballerías para huír de un mundo absurdo, aunque fuera siendo un visionario?
Besos de lluvia,je,jjee..
Y que no se pierdan, Markesa.
E Irina, elijo la segunda opción. En un mundo como aquel, su modo de vida quizás fuera el mejor. O te hundías o te hundían... Mejor galopar, no?
Besos de brisa
Publicar un comentario