¡Espiritus, venid! ¡Venid a mi, puesto que presidís los pensamientos de una muerte!
¡Arrancadme mi sexo y llenadme del todo, de pies a la cabeza,
con la más espantosa crueldad! ¡Que se adense mi sangre,
que se bloqueen todas las puertas al remordimiento!
¡Que no vengan a mi mis contritos sentimientos naturales
a perturbar mi propósito cruel, o a poner tregua
a su realización! ¡Venid, hasta mis pechos de mujer
y transformad mi leche en hiel, espíritus de la muerte
que por doquiera estais -esencias invisibles- al acecho
de que Naturaleza se destruya!
Ven, noche espesa, ven,
y ponte el humo lóbrego de los infiernos
para que mi ávido cuchillo no vea sus heridas,
ni por el manto de tinieblas pueda el cielo asomarse
gritando: <<¡basta, basta!>>
Fragmento pronunciado por Lady Macbeth, William Shakespeare
Déjame. Déjame en paz, porque no vas a conseguir nada.
Olvídame. Ya basta de rivalidades. Hemos echado un pulso, y todavía no ha ganado nadie...
Mi camino es mío. Y no me vas a mover. No lo vas a conseguir.
Porque acabo de llegar a un dulce abismo, y tú no te vas a meter en él.
Ayer moría y hoy resucito, ayer ganaban los lamentos, y hoy salen a la calle las sonrisas.
Y, ¿sabes qué? Ellas han ganado. No pienso retenerme.
Porque allí, he encontrado mi parte olvidada. Porque me atrae, porque le adoro, porque me suspira día a día con un leve susurro… porque me confunden.
Porque empieza la guerra. Y todavía queda mucho para perder.
[Muerte por Vida]
(Foto extraida de la película Caótica Ana)