Amaneció el día, fuerte, impenetrable, escondiéndose bajo las ramas de la desesperación e insconsciencia, con recuerdos apaciguados en un espíritu de vida inerte, viviendo el mundo, con el intento en su últimos suspiros en colorear sonrisas...
Con verdes susurros llegados tras la brisa de la escarcha, recoriendo y cubriendo todo, a su paso, penumbra de ausencia. ¿Y los árboles, los brotes y la energía?
...Menos mal que siempre existe el sol recorriendo las calles para darle su chispa.
Gracias por sacarme una sonrisa cada mañana, alma errante.